Nueve curiosidades sobre las tormentas de verano

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A continuación, te contamos nueve curiosidades sobre las popularmente conocidas como «tormentas de verano», para que no te agarren desprevenido.

La frecuencia de tormentas en Argentina durante el verano es un fenómeno complejo influenciado por diversos factores meteorológicos y climáticos. A continuación, te presento algunas de las razones principales:

  • El Niño: Este fenómeno climático, caracterizado por el calentamiento del Pacífico ecuatorial, puede generar cambios significativos en los patrones de circulación atmosférica a nivel global. En Argentina, El Niño suele asociarse con un aumento de las precipitaciones, especialmente en el centro y norte del país, lo que favorece la formación de tormentas.
  • Masas de aire contrastantes: Durante el verano, Argentina se ve afectada por el choque de masas de aire cálidas y húmedas provenientes del Atlántico con masas de aire frío y seco del sur. Esta interacción genera inestabilidad atmosférica y favorece el desarrollo de tormentas, especialmente en las regiones donde convergen ambas masas de aire.
  • La ubicación geográfica de Argentina: La posición de Argentina en el continente sudamericano, sumado a la influencia de los sistemas frontales que se desplazan desde el sur, la hacen propensa a experimentar eventos meteorológicos severos, como tormentas y granizadas.
  • El cambio climático: El calentamiento global está modificando los patrones climáticos a nivel mundial, lo que puede estar influyendo en la frecuencia e intensidad de las tormentas en Argentina. Aumentos en la temperatura del océano y la atmósfera, junto con cambios en los patrones de circulación atmosférica, pueden favorecer la ocurrencia de eventos extremos como las tormentas.

Factores que intervienen y cómo se desarrollan:

  • Factores claves. Como cualquier otro tipo de tormenta, el calor, la humedad y un forzante que las desencadene son los elementos clave. En general, en verano, el forzante que domina es el calentamiento del aire desde abajo. El suelo se calienta por radiación solar y este calor se transmite al aire pegado al suelo. Luego, este aire se vuelve menos denso -más liviano- y comienza a ascender, dando origen a lo que se conoce como corrientes térmicas. Si, a su vez, el aire caliente que asciende, es rico en humedad, comenzará a formar nubes de tipo cumuliformes.
  • Las nubes que generan las tormentas son cumulonimbus. Generalmente, un cúmulo se convierte en cúmulonimbus, cuyo tope puede alcanzar los 15 km de altura. Esta enorme columna contiene gran cantidad de gotas de lluvia (por la mayor humedad que ingresa junto al aire cálido), granizo (que no siempre precipita a tierra) y actividad eléctrica.
  • Son aisladas. Se trata de una única tormenta y no de un sistema organizado compuesto por varias de ellas. Esto se debe a que los forzantes que las generan –en este caso el calor del suelo- son muy localizados y puntuales.
  • Nacen, crecen y rápidamente se disipan. Con la precipitación y el aire más frío que desciende dentro de ella, se enfría el aire y el suelo que le servía de alimento. Se forma la llamada “pileta de aire frío” y, por lo tanto, ya no dispone de combustible para seguir retroalimentándose, y se disipa.
  • Su ciclo de vida es de 30 minutos, máximo 1 hora. Todo el ciclo del punto anterior ocurre en cuestión de minutos.
  • Suelen producirse después del mediodía, cuando se alcanzan las máximas temperaturas en primavera y verano, debido al fuerte calentamiento del suelo.
  • No están asociadas a frentes fríos, ciclones u otro tipo de forzantes. Ocurren en escalas menores de espacio y tiempo, por lo cual son difíciles de pronosticar. Los radares las detectan cuando ya están en formación, es decir cuando las gotitas de la nube aumentan su tamaño y comienzan a producir lluvia.
  • Su nombre oficial es “tormenta de masa de aire”: popularmente las llamamos “tormentas de verano” pero los científicos las denominan tormentas de masa de aire.
  • Es importante resguardarse. Por más que sean de corta duración, son tormentas y como tal, pueden producir fuertes vientos, actividad eléctrica, caída de rayos e incluso granizo. Esto puede ser muy peligroso, así que siempre hay que buscar refugio hasta que se disipen.

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