Una de las soluciones más ingeniosas para luchar contra la sequía es “ordeñar nubes”, una práctica ancestral que consiste en capturar y almacenar el agua de lluvia y niebla para su posterior uso.
Para que las nubes se formen se necesitan tres ingredientes: vapor de agua en la atmósfera, partículas que permitan su condensación y bajas temperaturas. La atmósfera está constituida por una variedad de gases entre los cuales se encuentra el vapor de agua procedente de la evaporación de las aguas (continentales y océanos), de la transpiración de las plantas y de la sublimación de los glaciares.
Pero este vapor en suspensión no puede formar una nube por sí solo. Para que el vapor de agua se pueda agrupar necesita de un «Núcleo de Condensación» o «Aerosol», lo que, y explicado en términos sencillos, corresponde a una partícula de características higroscópicas (de gran afinidad por el agua), que permita la agrupación de las moléculas de vapor de agua y su posterior condensación. Estos potenciales núcleos se encuentran en abundancia en la atmósfera, entre los que se pueden contar el polvo, el polen, las partículas de sal provenientes del oleaje del mar y del rompimiento de las olas, y las cenizas provenientes de las erupciones volcánicas o incendios, entre otros. Una vez que estos dos ingredientes se encuentran falta un paso más para llegar a convertirse en nube.
El vapor de agua y los núcleos de condensación deben encontrar temperaturas más bajas para alcanzar el punto de rocío o temperatura en la que las moléculas de vapor de agua se convertirán en gotas de agua líquida.
Piensa en que recolectamos las gotas de lluvia antes de que lleguen al suelo o que atrapamos la humedad del aire para convertirla en agua que podamos utilizar en nuestra vida diaria.
La cosecha de agua de lluvia es un proceso relativamente simple pero efectivo. Implica instalar sistemas de recolección en techos y otras superficies para capturar la precipitación. Estos sistemas pueden variar desde simples canalones que dirigen el agua hacia tanques de almacenamiento hasta sistemas más sofisticados que incluyen filtros para eliminar impurezas. Una vez recolectada, esta agua puede utilizarse para diversos fines, desde regar plantas hasta abastecer necesidades domésticas e incluso industriales.
El método de ordeñar nubes
Por otro lado, la cosecha de niebla es una técnica más especializada que implica atrapar las diminutas gotas de agua presentes en el aire. Esto se logra mediante el uso de mallas especiales colocadas en áreas nebulosas. Las gotas de agua se condensan en estas mallas y luego se recogen en recipientes para su uso. Aunque esta técnica depende de la densidad de la niebla y las condiciones del viento, puede ser una solución efectiva en regiones donde la lluvia es escasa pero la humedad del aire es alta.
Es importante tener en cuenta que la cosecha de agua no es algo nuevo; de hecho, ha sido practicada por diversas civilizaciones a lo largo de la historia. Desde los antiguos mayas en Centroamérica hasta los incas en Perú, se han desarrollado sistemas sofisticados de captación, transporte y almacenamiento de agua que han permitido el desarrollo de comunidades enteras.
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