Cuando ver una luciérnaga, algo que resultaba tan común hace apenas unos años, se convierte en un acontecimiento extraordinario es síntoma (otro más) de que algo malo está pasando en el campo.
La bioluminiscencia de las luciérnagas ha cautivado al hombre desde antiguo convirtiéndolas en una especie de ser mágico, protagonistas de todo tipo de mitos y leyendas. Sin embargo se trata de un fenómeno más común de lo que creemos en la naturaleza.
Una investigación reciente ha revelado que las luciérnagas de especies de cuatro géneros emiten fuertes ultrasonidos. Estos son sonidos más agudos de lo máximo que el oído humano puede captar. Lo enigmático es que las propias luciérnagas tampoco pueden captar estos ultrasonidos. Entonces, ¿por qué los emiten? ¿Por qué la evolución parece haber favorecido este rasgo que aparentemente no tiene utilidad alguna?
Todo empezó cuando Yossi Yovel, de la Universidad de Tel Aviv en Israel, estaba realizando un estudio de campo sobre la capacidad de unos murciélagos para la ecolocalización (localizar cuerpos por cómo rebotan en ellos los sonidos). Estos animales emiten chillidos ultrasónicos cuyos ecos les permiten detectar a sus presas así como obstáculos y otras cosas.
Trabajando en un bosque tropical con micrófonos capaces de registrar ultrasonidos, Yovel y sus colegas captaron inesperadamente ultrasonidos en la misma franja de frecuencias en la que emiten y escuchan los murciélagos, pero claramente diferentes a los chillidos de los murciélagos. Resultó que provenían de luciérnagas.
Un análisis en profundidad con vídeo de alta velocidad reveló a Yovel, Ksenia Krivoruchku y sus colaboradores que las luciérnagas producen los ultrasonidos moviendo las alas.
Tras este descubrimiento accidental, el equipo de Yovel examinó tres especies diferentes de luciérnagas comunes en Vietnam, más una especie israelí, y descubrió que todas ellas producen estas singulares señales ultrasónicas.
La luz que emiten las luciérnagas es la señal más famosa de ellas. Ahora resulta que especies de cuatro géneros también emiten fuertes ultrasonidos. (Imagen: Brandon Alms)
Llama la atención el hecho de que las propias luciérnagas no pueden oír los ultrasonidos que emiten mientras que los murciélagos sí pueden captarlos y les sirven para localizar a estos insectos. Enviar señales a los murciélagos solo puede tener sentido si se trata de un aviso intimidatorio.
Las luciérnagas son conocidas por su brillo, utilizado como señal de apareamiento. Dado que sus cuerpos contienen veneno, los destellos de luz probablemente también sirvan de advertencia a posibles depredadores. Los murciélagos se encuentran entre los depredadores potenciales más frecuentes de las luciérnagas, pero algunas especies de murciélagos tienen una visión deficiente, lo que hace que la señal luminosa resulte ineficaz.
¿Puede concluirse que las luciérnagas han desarrollado esa capacidad de emitir ultrasonidos claramente perceptibles por los murciélagos como un mecanismo de defensa especial contra estos?
Los autores del estudio creen que sí. Todo apunta a que los ultrasonidos de las luciérnagas sirven para que los murciélagos las diferencien de otras presas potenciales y desistan de cazarlas. En ese sentido, los ultrasonidos de las luciérnagas son avisos amenazantes sobre su condición venenosa dirigidos a los murciélagos.
El estudio, titulado “Fireflies produce ultrasonic clicks during flight as a potential aposematic anti-bat signal”, se ha publicado en la revista académica iScience.
FOTOGRAFÍA DE XINHUA FU
(Fuente: NCYT de Amazings)
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