El hallazgo tiene un gran impacto en lo que creemos que sabemos sobre el universo y, de hecho, podría cambiar la comprensión de una amplia gama de fenómenos astronómicos.
Por las noches, cada cuerpo celeste que nos alumbra desde el cielo son estrellas (a excepción de la Luna). Sin embargo, la estrella más famosa que conocemos es el Sol, la cuál tomaremos de referencia para saber cuánto miden las estrellas.
No todas las estrellas tienen el mismo tamaño, es más, conforme avanza su vida, el tamaño de las estrellas cambia. Por ello, siempre se deberán tener en cuenta la masa y el diámetro. Éste último es el que varía continuamente, mientras que la masa suele ser constante.
Las estrellas vienen en una amplia gama de diferentes tamaños. Las estrellas de neutrones pueden llegar a tener un diámetro de solo 20 a 40 km, mientras que la enana blanca puede ser muy parecida a la de la Tierra. Las supergigantes más grandes, por otro lado, pueden ser más de 1.500 veces más grandes que nuestro Sol.
El gran tamaño de las estrellas
El equipo probó si la misma distribución de estrellas aparente en la Vía Láctea se podría aplicar en otros lugares. La respuesta es no. Las estrellas en galaxias distantes suelen ser más masivas que las de la nuestra.
La composición de las galaxias del universo incluye una mezcla de estrellas masivas, de masa media y de masa baja. Y, desde 1955, los investigadores asumieron que la composición de las estrellas en las otras galaxias del universo es similar a la de los cientos de miles de millones de estrellas que existen dentro de la nuestra.
Así, durante más de cincuenta años, los investigadores supusieron que el tamaño y el peso de las estrellas de otras galaxias era similar al nuestro por la sencilla razón de que no podían observarlas a través de un telescopio, como sí podían hacer con las estrellas de nuestra propia galaxia.
En el estudio, los investigadores lograron analizar la luz de 140.000 galaxias utilizando el catálogo COSMOS, una gran base de datos internacional de más de un millón de observaciones de luz de otras galaxias. Estas galaxias se distribuyen desde los confines más cercanos a los más lejanos del universo, desde donde la luz ha viajado doce mil millones de años antes de ser observable en la Tierra.
“Solo logramos ver la punta del iceberg y sabemos desde hace mucho tiempo que esperar que otras galaxias se parezcan a la nuestra no era una suposición particularmente buena”, comentó en un comunicado el profesor asociado y coautor del estudio, Charles Steinhardt.