El hallazgo de un arco gigante de galaxias pondría en jaque uno de los principios fundamentales de la cosmología.
Durante la mayor parte de nuestra historia, los seres humanos sólo pudimos ver las galaxias como manchas difusas en el cielo nocturno.
Nuestro Sistema Solar forma parte de una galaxia, la única que hemos visto desde dentro: La Vía Láctea. Siempre la hemos conocido, aunque en la antigüedad nadie sabía de qué se trataba. Aparece como una franja blanquecina que cruza el cielo, por eso la llamamos camino de leche.
En realidad, los nombres galaxia y Vía Láctea tienen el mismo origen. Los griegos consideraban que las estrellas eran las gotas de la leche derramada por la diosa Hera mientras alimentaba a Hércules.

Dentro de la Vía Láctea podemos encontrar diversas formaciones de estrellas y polvo interestelar. Las más destacables son las nebulosas y los cúmulos estelares. Es de suponer que también existen en otras galaxias.
De resultar cierta la existencia del arco que abarca más de 3 mil millones de años luz, derrocaría la cosmología como la conocemos.
Un grupo internacional de científicos que incluye a investigadores de la Universidad de Lancashire, la Universidad de California y la Universidad de Lousville, descubrieron una estructura galáctica inmensa. Lo nombraron Arco Gigante, ya que es una estructura a gran escala que abarca una quinceava parte del universo observable. En términos astronómicos, esto es inmensamente grande.
Si el arco resulta ser real (ahora se sitúa> 4 sigma), pondría en jaque a la cosmología. Uno de los principios básicos en cosmología es que, a gran escala la materia en el Universo se distribuye uniformemente sin importar dónde se mire. No obstante, el arco pone en jaque este fundamento.
“Derrocaría la cosmología tal como la conocemos”, dijo la cosmóloga Alexia López en una conferencia de prensa de la reunión virtual de la Sociedad Astronómica Estadounidense. “Nuestro modelo estándar, por no decir de más, falla”.

Cuásares como pista de rastreo
Hicieron el descubrimiento al estudiar la luz de unos 40 mil cuásares captados por el Sloan Digital Sky Survey, que es un proyecto de investigación del espacio mediante imágenes dentro del espectro visible. Los quásares por su parte, son los núcleos destellantes de galaxias tan distantes que sólo pueden percibirse como puntos de luz. Los astrónomos son capaces de captarlos gracias a que durante el viaje de su luz hacia la Tierra, parte de esta es absorbida por átomos dentro y alrededor de las galaxias en primer plano. Es decir, que dejan una especie de firmas específicas en la luz que luego es captada por los telescopios.
La firma del Arco Gigante de galaxias está en los átomos de magnesio que han perdido un electrón, en los halos de las galaxias a unos 9.2 mil millones de años luz de distancia. La luz de los cuásares absorbida por estos átomos, traza una curva simétrica de docenas de galaxias. Sorprende a los investigadores por su inmenso tamaño, alcanza los 3 mil millones de años luz del Universo observable. Esto es, una quinceava parte de todo el universo que conocemos.
Muy pocas probabilidades de casualidad
No obstante, cuando se trata de investigaciones del espacio se tiene que conservar la calma y esperar a que la objetividad alcance el estatuto de veracidad. Para asegurarse de lo que hallaron, López y su equipo, calcularon las probabilidades de que las galaxias se alinearan en un arco gigante por casualidad. En los tres casos, los resultados sugieren que la estructura es real, sólo existen 0.00003% de probabilidades de que se trate de una casualidad.
El modelo estándar de cosmología parece no estar siendo congruente con los nuevos hallazgos en materia. Los científicos tendrán que enfrentarse al gran desafío de desarrollar nuevos modelos para seguir navegando por la historia del Universo.

Con información de: https://www.astromia.com/