Esta corriente cumple un papel clave en el desarrollo del tiempo atmosférico y la estabilidad del clima en el mundo. Recientes investigaciones arrojaron datos sorprendentes.
La Corriente Circumpolar Antártica es la corriente oceánica más grande de la Tierra y conecta las tres principales cuencas del océano global, Atlántico, Pacífico e Índico). Esta corriente regula el transporte de calor, humedad, carbono y nutrientes entre el Océano Austral y las regiones de bajas latitudes, influyendo sustancialmente en el CO2 atmosférico y el clima global.
A pesar de su papel fundamental en la circulación oceánica global, la dinámica climática y la estabilidad de la capa de hielo antártica, el cuándo y cómo la Corriente Circumpolar Antártica adquirió sus características actuales ha sido motivo de debate durante más de cuatro décadas. Desentrañar este conocimiento es crucial para comprender la dinámica actual y futura de los frentes en el Océano Austral, especialmente frente al continuo calentamiento climático global.
La ACC ha exhibido una variabilidad natural significativa a lo largo de cientos de años, según revelan datos de núcleos de sedimentos recientemente analizados
Estas variaciones se alinean con cambios climáticos importantes, que influyen tanto en la distribución de la temperatura global como en la capacidad de los océanos para secuestrar dióxido de carbono.
Impactos de los cambios de la ACC y estudio de sedimentos del fondo oceánico
Durante los períodos más fríos del Plioceno y el siguiente Pleistoceno, el caudal del ACC disminuyó, lo que se correlaciona con la expansión de la capa de hielo de la Antártida occidental. Por el contrario, durante los intervalos más cálidos, la corriente se aceleró, provocando que la capa de hielo retrocediera. «Esta dinámica de pérdida de hielo está relacionada con una mayor transferencia de calor hacia el sur«, explica el Dr. Frank Lamy de la División de Geología Marina del Instituto Alfred Wegener, destacando el papel fundamental del ACC en la modulación del clima de la Tierra y la estabilidad de la capa de hielo de la Antártida.
La reciente expedición a bordo del buque de perforación JOIDES Resolución, dirigida por Lamy y la profesora Gisela Winckler del Observatorio Terrestre Lamont-Doherty de la Universidad de Columbia, se aventuró en el remoto Pacífico Sur. Su misión: extraer núcleos de sedimentos del fondo del océano, en las profundidades del dominio del ACC, libres de la influencia terrestre. Estos núcleos, que datan de hace 5,3 millones de años, proporcionan información sin precedentes sobre los caudales históricos del ACC y su respuesta a fases climáticas pasadas.
Los análisis de sedimentos, que abarcan el Plioceno, el Pleistoceno y el Holoceno actual, permiten un estudio exhaustivo de la evolución del ACC. Los hallazgos iniciales sugieren una intensificación del ACC con el inicio del enfriamiento global en el Plioceno, atribuido a un gradiente de temperatura creciente entre el Ecuador y la Antártida, que estimuló fuertes vientos del oeste. Sin embargo, una disminución posterior en la fuerza de la corriente coincidió con una transición climática importante y cambios significativos en la circulación atmosférica y oceánica, incluida una reducción en los niveles de CO2 atmosférico y un enfriamiento oceánico.
Investigaciones adicionales delinean un estrecho vínculo entre la fuerza del ACC y los ciclos glaciales durante los últimos 800.000 años, con la velocidad de la corriente aumentando hasta un 80 por ciento durante los períodos más cálidos marcados por mayores concentraciones de CO2. Por el contrario, en las edades de hielo se produjo una disminución del caudal de hasta un 50 por ciento. Estas fluctuaciones no sólo afectaron la velocidad de la corriente sino también su posición, influyendo en el afloramiento de aguas ricas en nutrientes del Océano Austral y el consiguiente almacenamiento de CO2 en las profundidades del océano.
Con información de: https://www.tiempo.com/ https://fundaciondescubre.es/
Fotografía de portada: La corriente que rodea la Antártida tiene un ancho de hasta 2.000 kilómetros y mueve hasta 150 millones de metros cúbicos por segundo. En la imagen, oleaje frente a la base australiana de Davis.GETTY IMAGES