Todos hemos admirado alguna vez alguna foto de gota de agua. El agua puede ser un bello objeto de fotografía.
Por lo general, se representa una gota de agua con forma de lágrima. Sin embargo, a no ser que estas gotas caigan sobre una ventana, no tiene una forma semejante. Las gotas de lluvia pequeñas tienen un radio de menos de un milímetro y tienen forma esférica. Las más grandes toman forma de pan de hamburguesa cuando alcanzan valores de radio mayores a 4,5 mm. Cuando esto ocurre, las gotas se distorsionan y forman un paracaídas con un tubo de agua alrededor de la base y se esparcen en gotas más pequeñas.
Este cambio en la forma de las gotas de agua se debe al resultado de la tensión de dos fuerzas que actúan simultáneamente. La primera es la tensión superficial antes vista y la segunda es la presión del aire, capa de empujar la base de la gota hacia arriba a medida que va cayendo. Cuando la gota de agua es más pequeña, la tensión superficial ejerce una fuerza mayor que la de la presión del aire, por lo que la gota toma forma de esfera. Conforme aumenta el tamaño de la gota de agua, la velocidad con la que cae aumenta, de tal forma, que también lo hace la fuerza con la que actúa la presión del aire sobre la gota de agua.
Su brillo, su transparencia y las impredecibles formas que adquiere cuando rebota lo convierten en el objeto de deseo de muchos, profesionales a la fotografía y aficionados por igual.
¿Te gustaría poder capturar una gota de agua en su momento de máximo esplendor y libertad?
Una gota de lluvia puede tener un diámetro mínimo de 0,5 milímetros, como un grano de sal, y un máximo de 6,35 milímetros. En el primer caso, la gota cae a unos 2 metros por segundo, o sea, a 8 km/h. Si la gota es grande, irá a 9 metros por segundo o 32 km/h. Este valor se obtiene por medio de dos fuerzas que entran en juego: la fuerza de la gravedad y la resistencia al viento.
Fotografías: Fotografía: Ji?í Plachý, Ganjar Rahayu, Cédric GUERE