Gracias a los esfuerzos del proyecto Seabed 2030 ya se conocen de una forma precisa cerca del 20% de los fondos oceánicos del mundo. Su objetivo es analizar todo el fondo mundial para 2030, una tarea esencial ya que sus datos servirán para comprender mejor patrones que influyen en el clima, entre otros usos.
Parece una de las grandes ironías de nuestra era el querer investigar nuevos mundos y conocer todo aquello que está más allá de nuestras fronteras terrestres cuando ni siquiera hemos desvelado una gran parte de los secretos que entierra nuestro planeta.
Tal es así que hemos llegado a un punto en el tenemos un mayor conocimiento de la geografía de la Luna y Marte que de nuestros propios océanos. De hecho, tan solo un 20% del fondo oceánico ha sido cartografiado.
En sí esto no puede parecer un problema, pero la realidad es totalmente distinta ya que conocer la forma que presenta el fondo oceánico es fundamental para comprender patrones de circulación oceánica que interfieren en el clima, en las mareas e, incluso, en la explotación de recursos submarinos.
En este sentido cabe recordar el caso de la desaparición del vuelo MH370 de la compañía Malaysian Airlines. Cuando se iniciaron las tareas de búsqueda, las autoridades tuvieron que invertir un tiempo vital en mapear la zona objetivo porque los registros más recientes del fondo del océano Índico se realizaron hace más de 100 años mediante un procedimiento de lo más rudimentario: un barco soltaba un lastre atado a una cuerda con la cual se iba midiendo la profundidad por la que pasaba la embarcación.
Con la llegada de los Objetivos de Desarrollo Sostenibles (ODS), concretamente con el 14, el conocimiento del fondo oceánico adquiere una mayor importancia. Más de tres mil millones de personas dependen del alimento que sumista el océano, según la Organización de las Naciones Unidas (ONU), por lo que tener datos actualizados de los fondos es totalmente necesario para comprender los ecosistemas que esconden y así poder gestionar eficientemente los recursos que ofrecen.
Actualmente existe un proyecto en marcha de la Fundación Nippon-GEBCO, el Seabed 2030, que tiene como objetivo facilitar el mapeo completo del fondo oceánico mundial, a una profundidad de más de 200 metros y con la mejor resolución posible, para el 2030.
En la actualidad este proyecto acaba de analizar 14,5 millones de kilómetros cuadrados de fondo oceánico que se añaden a su anterior base de datos. De este modo, anuncian que por ahora ya se conoce una quinta parte de estos fondos, aproximadamente el 19%, es decir, un área equivalente al doble de la superficie de Australia.
“El aumento de los datos disponibles de los fondos oceánicos permitirá a Seabed 2030 desempeñar un papel de liderazgo en la entrega de un conjunto integral de información autorizados que están disponibles gratuitamente para que todos los usen”, comenta Jamie McMichael-Phillips, director del Proyecto Seabed 2030.
“Este es un salto hacia el logro de nuestra misión de empoderar al mundo para tomar decisiones políticas, utilizar la sostenibilidad del océano y emprender investigaciones científicas basadas en información batimétrica detallada del fondo marino de la Tierra”, añade McMichael-Phillips.
El esfuerzo por completar el mapa de los océanos del mundo ha cobrado un impulso significativo desde su lanzamiento. Ahora cuenta con más de 133 socios que apoyan la causa y se espera que durante los próximos años ese número siga aumentando.
En este sentido, la colaboración público-privada es clave para continuar con las labores de cartografiado gracias a las tecnologías que las empresas pueden ofrecer para esta tarea. Según Seabed 2030, son una pieza clave porque, a medida que se mejoren las herramientas de búsqueda, también se mejorarán las aplicaciones que se pueden ofrecer como producto final.
“Es alentador ver lo que puede lograr trabajando en colaboración, en todo el mundo. Seabed 2030 continuará buscando nuevas asociaciones y avances tecnológicos. Todos tienen un papel que desempeñar para contribuir a nuestro viaje de mapeo oceánico: un viaje que beneficiará enormemente a la humanidad”, concluye Jamie McMichael-Phillips.
Vía: elagoradiario