Los sonidos del mundo exterior son mucho más importantes para los embriones de distintas especies de lo que podría parecer, también para los humanos.
El sentido del oído es uno de los primeros que desarrollan los fetos. Así, hacia la semana 24 ya son capaces de oír sonidos del exterior que le llegan a través del útero, por lo que conviene evitar ruidos por encima de los 85 Db para prevenir posibles riesgos en el desarrollo del feto.
Una nueva investigación, publicada en Trends Ecology and Evolution, muestra el efecto del sonido del mundo exterior, incluso el del latido del corazón de un hermano, cuando el embrión aún está en desarrollo, dentro del huevo, o en el vientre materno si es un mamífero.
La música, el sonido de la voz del padre o las hermanas y hermanos, el ruido de la ciudad… todo. Los investigadores cada vez encuentran más evidencias de cómo llega hasta los embriones el sonido del mundo que les rodea, y de la importancia que tiene.
Los embriones de todos los grupos estudiados utilizan los sonidos y las vibraciones prenatales de los padres, hermanos o del entorno para obtener información sobre el mundo externo y responder a los riesgos y oportunidades que se les presentan.
Gran parte de la información que llega a los embriones es hormonal, y llega por vía materna, pero la investigación destaca la importancia de la comunicación por parte de los machos y hermanos durante el embarazo.
No solo escuchan el mundo exterior, sino que lo que escuchan es tomado muy en cuenta y afecta al desarrollo de su cerebro. Por ejemplo, un estudio realizado en la universidad de Milán mostraba que los niños que habían escuchado nanas durante la etapa embrionaria lloraban mucho menos.
LOS BEBES HUMANOS QUE CONOCÍA EL MANDARÍN
Un curioso estudio en humanos, sobre cómo adquirimos el lenguaje, abrió la puerta al estudio de la importancia de los sonidos alrededor del feto. Los voluntarios del estudio eran un grupo de bebés adoptados. Eran bebés chinos, y durante la gestación habían estado escuchando el idioma mandarín.
Los bebés fueron adoptados en Francia, y durante su primer año de vida solo escucharon francés.
Sin embargo, los investigadores comprobaron que los niños, cuando empezaron a hablar, eran capaces de entender la diferente entonación semántica propia del mandarín, algo que no ocurre en el idioma francés. Los niños no tenían consciencia de saber mandarín, ni podían hablarlo, pero había desarrollado una habilidad lingüística necesaria en el idioma mandarín.
EL SONIDO DEL MUNDO EXTERIOR
Se sabe que los reptiles dependen de las señales de temperatura mientras están en el huevo para determinar el sexo de una cría. Ahora, los investigadores que escriben en la revista Trends in Ecology and Evolution dicen que los embriones de muchas especies animales diferentes también dependen de las señales acústicas de manera importante para determinar, por ejemplo, si es un buen momento para nacer.
En todos los grupos taxonómicos, se ha demostrado que los embriones tienen respuestas adaptativas inmediatas a los sonidos y vibraciones externas, y cada vez se encuentran más efectos directos del sonido y el ruido en el desarrollo.
Por ejemplo, en los anfibios, los embriones de rana arborícola de ojos rojos ( Agalychnis callidryas ) pueden discriminar con precisión las vibraciones inofensivas producidas por la lluvia o el viento de las producidas por serpientes o avispas depredadoras.
En los seres humanos, la voz materna y los latidos del corazón proporcionan una estimulación auditiva esencial para el desarrollo sensorial fetal y, en los recién nacidos prematuros, pueden aumentar el tamaño de la corteza auditiva primaria a término mucho mejor, en comparación con la exposición al ruido hospitalario estándar.
Vía: https://www.quo.es/