La población de esta ciudad vive acorralada por la polución atmosférica, caos circulatorio, falta de viviendas y, sobre todo, problemas hídricos derivados de la falta de infraestructuras adecuadas y el cambio climático.
Karachi, la ciudad más poblada de Pakistán con al menos 20 millones de habitantes, produce aproximadamente 12.000 toneladas de basura diarias. Aunque las autoridades municipales pueden retirar casi la mitad, el resto queda esparcido por calles y callejones apilándose día a día.
Con los dos únicos vertederos situados a las afueras de la ciudad costera ya desbordados, muchos creen que las riñas políticas y acusaciones mutuas son las que con el paso del tiempo están haciendo que las soluciones de reciclado sean más difíciles de concebir.
“Esta ciudad se ha convertido en un enorme cubo de la basura,” dice el que fuera alcalde de Karachi, Mustafa Kamal, mientras el actual alcalde Waseem Akhtar se queja de no tener dinero ni poder, y ha acusado al gobierno provincial su impotencia para afrontar el problema.
La contaminación ambiental ha emergido como la amenaza más grave para la vida marina en aguas de Pakistán desde que empezó a afectar a tortugas marinas, aves marinas y otras especies marinas.
Karachi, conocida localmente como “La ciudad de las luces”, es una de las urbes más dinámicas y relevantes de Asia Central. Su larga historia y su privilegiada posición en la costa del mar Arábigo, al noroeste de la desembocadura del río Indo, la convierten en el puerto más importante de la región, hogar de las principales corporaciones de Pakistán y uno de los centros educativos más relevantes del mundo islámico.
Es más, su relativo atractivo como lugar de inmigración sobre todo rural hacen que actualmente Karachi sea una de las ciudades de mayor crecimiento del mundo, que la han llevado a ser habitada por más de 17.8 millones de personas y ser considerada como la decimoprimera urbe más grande del mundo en términos de población metropolitana. Sin embargo, esta explosión demográfica tiene importantes consecuencias negativas: polución atmosférica, caos circulatorio, falta de viviendas y, sobre todo, problemas hídricos derivados de la falta de infraestructuras adecuadas y el cambio climático.
En concreto, uno de los mayores retos que afrontan los habitantes de Karachi es la pésima calidad del abastecimiento de agua, ya que la ciudad ha visto como su población crecía sin mesura mientras sus infraeestructuras hídricas, que en el mejor de los casos están anticuadas y, en el peor, son simplemente inexistentes, no recibían una inversión acorde. ?Esta falta generalizada de tratamiento y potabilización ha llevado al Consejo de Investigación de Recursos Hídricos de Pakistán (PCRWR), el principal organismo público del país dedicado al agua, a advertir esta misma semana de que la calidad del agua potable de 29 ciudades importantes del país, incluyendo por supuesto Karachi, es peligrosamente insegura.
“En general, el 62% de la calidad del agua potable de estas 29 ciudades principales no es segura. El agua subterránea de estas urbes está llena de turbidez, dureza, cloruro, TDS, problemas bacteriológicos y otros productos químicos como el arsénico”, se lee en la investigación producida por el PCRWR, que fue presentada ante el parlamento a principios de este mes. El problema, según informa el medio local The News, es especialmente grave en Karachi, donde aproximadamente el 93% del agua considerada como potable tiene algún poluante acuático peligroso.
La principal consecuencia de esta alta contaminación es su enorme impacto para la salud: la evidencia científica demuestra que la presencia de bacterias en el agua es la principal causante de enfermades como la fiebre tifoidea, el cólera, la disentería y la hepatitis, especialmente en poblaciones vulnerables como niños y arsénicos, mientras que el consumo a largo plazo de arsénico más allá del nivel seguro puede resultar en cáncer de piel. Según alerta Unicef en su ficha sobre Pakistán, la contaminación del agua causa cada año la muerte por diarrea de al menos 53.000 niños paquistaníes menores de cinco años, apuntando además que la mala calidad de este recurso vital es responsable de entre el 30% y 40% de muertes y enfermedades registradas en el país.
Una de las principales causas de la contaminación del agua es la defecación al aire libre, una práctica que afecta a 25 millones de personas Pakistán. Aunque el país ha registrado en los últimos años numerosos progresos en este ámbito, más de un tercio de los paquistaníes aún no dispone de un adecuado acceso a servicios de saneamiento. Esto se suma a una falta de infraestructura que es especialmente grave en zonas urbanas densamente pobladas como Karachi donde las plantas de tratamiento de aguas usadas brillan por su ausencia pese a que el presupuesto público destinado a agua y saneamiento pasara de 350 millones a 613 millones de dólares entre 2012 y 2016.
Un problema enquistado
En cualquier caso, la escasez y la mala calidad del agua, además de afectar a la salud de la población paquistaní, también tienen un impacto en la economía. Las enfermedades relacionadas con este bien causan cada año unas pérdidas de entre 25.000 millones y 28.000 millones de rupias (188 millones y 210 millones de euros), una cifra que supone entre el 0,6 y 1,44% del PIB, según los cálculos del Ministerio de Ciencia y Tecnología. En concreto, la institución estima que las enfermedades relacionadas con la falta de agua, saneamiento e higiene tienen un coste total para la economía paquistaní que asciende hasta los 112.000 millones de rupias (843 millones de euros por año), es decir, 300 millones (2,2 millones de euros) al día en términos de salud y pérdida de ingresos. Y los costes son especialmente grandes en el pulmón económico del país.
Según apunta el Banco Mundial (BM), lo que están sufriendo los residentes y las empresas de Karachi es una ciudad que no puede seguir el ritmo de su crecimiento físico ni satisfacer de manera equitativa las necesidades básicas de los residentes y las empresas locales. Las redes de agua y alcantarillado, por ejemplo, satisfacen solo aproximadamente la mitad de las necesidades de la ciudad y, como resultado, los cortes en el abastecimiento son constantes y en la mayoría barrios el agua está disponible solo durante unas pocas horas al día. Además, la mayoría de las aguas residuales se vierten al océano sin tratamiento, lo que sumado a los problemas de vivienda y transporte hacen que Karachi se encuentre entre las 10 peores ciudades en términos de habitabilidad, segúm el índice que elabora la institución.
A los problemas de infraestructuras críticas se suma además la prevalencia de mafias que se aprovisionan ilegalmente de agua corriente: según apuntan varios medios, es una práctica común en toda la ciudad que las personas paguen miles de rupias para abastecerse de agua a través de camiones cisterna a pesar de tener una línea de suministro dedicada para su casa.
Ante esta situación, el propio Banco Mundial tiene varios proyectos en colaboración con el Gobierno de Pakistán y la autoridad local para mejorar los servicios hídricos de Karachi. El más importante es la Iniciativa de mejora de los servicios de agua y alcantarillado de Karachi, que es el primero de una serie de proyectos planificados para mejorar el acceso a los servicios de agua potable en Karachi y aumentar el desempeño financiero y operativo de la Junta de Agua y Alcantarillado de Karachi. Este primer proyecto incluye infraestructura básica y apoyo para el plan de reforma de la Junta de Agua y Alcantarillado de Karachi, con una financiación que podría alcanzar los 838 millones de dólares a medio plazo pero cuya implementación se ha visto paralizada por la pandemia.
Unas inundaciones cada vez más mortales
Pakistán ocupa el séptimo lugar en la lista de países más afectados por el cambio climático. Según apunta la ONG alemana Germanwatch, el país ha tenido que hacer frente a casi 150 incidentes climáticos excepcionales como resultado del calentamiento global en los últimos 20 años: nieblas contaminantes (smog) en invierno, incendios forestales, glaciares que se derriten, olas de calor cada vez más extremas, desprendimientos de tierra… Pero, sin duda, el mayor y más inmediato problema para Karachi por su situación geográfica y alta densidad de población son las inundaciones repentinas, que se han ido volviendo más recurrentes y virulentas en la época veraniega del monzón.