La piel, el pelo y el corazón también son aspectos de nuestra salud muy sensibles a los altos niveles de polución en el ambiente.
Aunque todos conocemos los efectos nocivos de la contaminación en nuestra salud, casi siempre nos referimos a cómo perjudica el estado de los pulmones, ya que realmente son los más castigados al estar inhalando sustancias tóxicas mezcladas con el aire. Sin embargo, no son los únicos órganos que sufren los daños que provoca el cada vez más deteriorado aire que respiramos. En concreto, se incrementa el riesgo de desarrollar acné, eccemas, pérdida de cabello e incluso enfermedades de mayor gravedad, como ataques de corazón.
La piel humana, principalmente la capa superior de la epidermis, actúa como una barrera biológica frente a los contaminantes físicos y químicos oxidativos del aire.
En muchas partes del mundo, los niveles de contaminación del aire siguen siendo elevados. De acuerdo con los datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS), nueve de cada diez personas respiran altos niveles de contaminantes, tales como el monóxido de carbono (CO), óxidos de nitrógeno (NO) y material particulado (PM), que son emitidos por diversas actividades económicas humanas.
La contaminación y sus efectos en la salud
Además de aumentar el riesgo cardíaco y pulmonar a lo largo de los años, el aumento de la contaminación del aire también ha tenido un impacto significativo en la piel humana y el cabello.
La piel humana, principalmente la capa superior de la epidermis, actúa como una barrera biológica frente a los contaminantes físicos y químicos oxidativos del aire. Sin embargo, la exposición prolongada a altos niveles de polución está relacionada con efectos negativos en la piel, como el envejecimiento prematuro, enfermedades cutáneas o alérgicas, como dermatitis atópica, eccema, psoriasis o acné. En el peor de los casos, cáncer de piel.
Una investigación realizada en Corea del Sur evaluó los efectos clínicos de los contaminantes del aire exterior en pacientes con eccema crónico. Concretamente, se estudió las concentraciones diarias de MP en el aire, óxidos nítricos y compuestos orgánicos volátiles para estimar la exposición a la contaminación del aire de cada paciente.
Los resultados evidenciaron que la concentración de MP está directamente asociado con la presencia de síntomas y, por tanto, agrava la condición de estos pacientes. Además se encontró que quienes viven en áreas altamente contaminadas presentan una hidratación de la piel significativamente menor que quienes viven en zonas urbanas más limpias.
Por otro lado, una investigación presentada en el 28° Congreso de la Academia Europea de Dermatología y Venereología (EADV) en Madrid, España, evidenció que aunque los genes cumplen un papel clave en la caída del cabello, todavía hay una gran cantidad de factores ambientales desconocidos que también intervienen en esto. Entre ellos, la exposición a contaminantes como el material particulado (PM).
El estudio mostró que el polvo tipo PM10 y las partículas de diésel reducen de manera dependiente los niveles de tres proteínas (ciclina D1, ciclina E y CDK2) responsables del crecimiento y la fijación del cabello. Esto significa que cuanto mayor es el contenido de contaminantes, mayor es la reducción de proteínas capilares.
Por este motivo, la industria de la belleza ha creado productos antipolución para el cabello. Desde fórmulas para combatir la caída del pelo hasta mascarillas y sérums para hidratar, reparar y nutrir la fibra capilar. El objetivo de estos productos es proteger la película hidrolipídica que protege el cuero cabelludo, para así evitar la aparición de caspa, picores, sensibilidad e irritación.
Asimismo, se han creado cosméticos antipolución para la piel, propuesta que nació en Corea del Sur. Los cosméticos antipolución crean una barrera protectora, como una segunda piel, ante sustancias externas del ambiente. Nutre la dermis con vitaminas y la hidrata, así contrarresta los efectos causados por la contaminación.
Vía: https://www.ecoportal.net/