El océano recibe cada año la friolera de ocho millones de toneladas de plástico. Pero lo que hasta ahora ni siquiera imaginábamos era que el plástico alcanzara también las profundidades marinas.
El plástico ha llegado al punto más hondo del planeta, un lugar —el abismo Challenger— situado a 11.000 metros de profundidad al que casi ni el hombre llega. Este descubrimiento es la mejor prueba de la magnitud del problema y de que ha llegado el momento de tomar conciencia y hacer todo lo posible para revertir la situación.
A más de 11.000 metros bajo el nivel del mar cabría esperar encontrarse con criaturas aterradoras y un mundo aparte. Sin embargo, lo que estos dos oceanólogos vieron al descender a la tercera fosa marina más profunda del mundo los dejó boquiabiertos: bolsas de plástico, ropa y un oso de peluche.

«Hubo un momento gracioso cuando estábamos explorando la zona. Había solo material blanco flotando por todas partes», revela Deo Florence Onda, de la Caladan Oceanic, una organización que se dedica a desarrollar tecnología submarina.A bordo de un diminuto sumergible, él y su compañero Victor Vescovo descendieron hasta el punto más profundo de la fosa, denominado Galathea.
Como relata Onda, «estábamos a punto de llegar al fondo» y esperaban «ver cosas arrastrándose». Criaturas marinas, y no plástico.Ningún ser humano había descendido a la fosa hasta ahora, y restos de plástico y de otros objetos fabricados por el hombre era lo último que estos dos científicos esperaban encontrarse. El viaje a las profundidades duró 12 horas.
«Yo decía ‘Victor, mira, es una medusa’. Nos acercamos y no era más que plástico. Lo único extraño que había allí era el plástico. En la fosa había mucha basura», lamenta. Y es que Onda no esperaba encontrarse basura a más de 10.000 metros de profundidad. Ni tan siquiera él, que se dedica «a investigar sobre los plásticos».
Vía: https://mundo.sputniknews.com/