Árboles genéticamente modificados: una tecnología que expande las plantaciones de monocultivos, como así también se utilizan para detener el avance del desierto.
Para los 500 millones de personas que viven en el borde de desiertos (eminentemente en África, Pero También en partes de Asia central) resulta crucial plantar árboles y garantizar su supervivencia: no hay agua sin ellos. A tal efecto se han puesto en marcha diversos programas de reforestación a enorme escala, tanto en África Al igual que en Asia. El más emblemático quizá sea el de la enorme Muralla Verde, que busca frenar, y Además inclusive revertir, el avance del desierto A través de 8 000 kilómetro en el sur del Sahel.
Las comunidades rurales que viven en el límite del desierto necesitan árboles para la lluvia, Sin embargo Además leña para cocinar y, a ser posible, que aporten alimentos para el ganado. Y este es un balance crítico Porque la necesidad de leña en ambientes desérticos puede fomentar su degradación, por lo que se requiere de árboles con incremento veloz. Por lo menos, con unas tasas de incremento mayores a las de sustracción.

Es difícil pensar que lo que ahora es el desierto más grande del mundo, en un pasado no tan remoto rebosaba de grandes áreas verdes y animales. El Desierto del Sahara no siempre ha sido lo que es ahora, hoy en día se ha convertido en una zona árida con duras condiciones de vida. Pero un sector de investigadores cree poder aminorar las extremas condiciones para los pobladores del desierto, la cuestión es que implica plantar árboles transgénicos. ¿Es posible? La moneda está en el aire.
Un pasado verde
La fertilidad acariciaba con sus grandes dones a las regiones del Desierto del Sahara. Incluso existían pasajes acuáticos que se entretejían en las actuales dunas. Sábanas y praderas cubrían su territorio, de hecho se han encontrado restos de cocodrilos, hipopótamos y elefantes e incluso, vestigios de arte rupestre que retrata jirafas.
No obstante, 5 mil 500 años atrás sucedió algo que cambió por completo el escenario. Los estudiosos no se ponen de acuerdo todavía en qué ocurrió y por qué el Sahara pasó de un paisaje verde al arenoso desierto actual.
Teorías existen muchas, incluso hay investigaciones que aseguran que la actividad de pastoreo introducida por el hombre de aquella época tuvo algo qué ver. Y aunque muchos aceptan que esto sí pudo representar un factor, no lo responsabilizan del todo. Por el contrario, la mayoría cree que se debió más bien al periodo de cercanía de la Tierra al Sol, evidentemente el calor y la radiación aumentaron sobre la región. Las afectaciones a las precipitaciones monzónicas pronto aparecieron, desencadenaron una espiral descendente y el declive comenzó.

La lluvia en zonas de influencia monzónica depende del ciclo del agua, en el cual participa la vegetación. Así los árboles y las zonas verdes, reciclan el agua de lluvia y la devuelven a la atmósfera. No obstante, la radiación solar disminuyó considerablemente la cubierta vegetativa del Sahara y como consecuencia, la lluvia decreció. Este ciclo continuó hasta lo que conocemos hoy en día, una zona carente de cubiertas extensas de vegetación y las temperaturas más extremas del planeta.
Árboles transgénicos para frenar el desierto
El Sahara se extiende a lo largo de 9.2 millones de kilómetros cuadrados, pero su crecimiento se sigue expandiendo por el continente africano. La disyuntiva se apodera de la situación, los 500 millones de pobladores en la franja del desierto, se enfrentan ante la sequía y las duras condiciones de vida. Por ello se han impulsado distintos proyectos de reforestación para frenar la expansión del desierto, la más conocida es la Gran Muralla Verde.

Pero ante la restauración del ecosistema, si es que se le puede llamar así, existen otros factores a tomar en cuenta. Las comunidades que viven en la franja del desierto, requieren agua de lluvia para el ganado y sus cultivos, pero en la región apenas si se tienen precipitaciones. Además del agua, también requieren leña para cocinar y aquí es donde entran los árboles transgénicos.
Para cubrir estos menesteres básicos de los habitantes de la franja desértica, se requieren árboles de rápido crecimiento y con troncos sustanciosos para generar leña. Pero los árboles que más rápido crecen, también son aquellos que más se estresan con las condiciones climáticas, además el estrés suele penalizar a su vez el crecimiento.
¿Qué hacer entonces? Los científicos proponen plantar árboles transgénicos capaces de soportar la sequía, la salinidad pero que, a su vez, crezcan en tiempos no tan prolongados. No existe un árbol natural con estas condiciones, por ello el cambio genético mediante procedimientos de laboratorio. Sólo así, podría existir una reforestación con árboles transgénicos para frenar la expansión del desierto.
El debate sempiterno
En cuanto a modificaciones de las zonas naturales existe un largo debate dependiendo de los intereses desde donde se mire. Así como recientes investigaciones aseguran que el hombre tuvo algo qué ver con la desertificación de la región del Sahara, el profesor David McGree del Departamento de Ciencias Atmosféricas y Planetarias del MIT, argumenta que se trata de un cambio cíclico que ha formado parte del planeta desde mucho tiempo atrás.
El periodo del Sahara Verde no sólo ocurrió cinco mil años atrás, sino que también se dio hace 125 mil años. En aquel año la interferencia humana resulta imposible, según los datos paleontológicos. Así que podríamos suponer que el Sahara Verde renacerá de entre las arenas en un futuro lejano en su ciclo natural. La cuestión es que esta vez la actividad humana y la plantación de árboles transgénicos, podría dictar una dirección distinta que cambie el rumbo del desierto para siempre.
