El fotógrafo Joni Niemelä logra capturar lo que parece la vida oculta de las plantas que están en otro universo y sólo es posible descubrir mediante un objetivo macro con el que es posible visualizar hasta algunas gotas de agua que es muy propio de las carnívoras que capta el fotógrafo.
Algunas plantas que viven en terrenos con pocos nutrientes necesitan establecer relaciones mutualistas con hongos, bacterias o incluso otras plantas. Existe, también, una adaptación poco frecuente pero extraordinariamente llamativa que permite a algunas especies obtener parte del nitrógeno y los minerales a partir de insectos y otros pequeños animales que ingieren: son las plantas carnívoras.
Las plantas carnívoras suelen vivir en pantanos ácidos y en otros hábitats en donde los suelos son pobres en nutrientes. Estas especies elaboran sofisticadas trampas para atraer a sus presas, generalmente hojas modificadas y equipadas con glándulas que secretan las enzimas digestivas necesarias.
Una de las más famosas es la llamada venus atrapamoscas, o atrapamoscas a secas (Dionaea muscipula): los dos lóbulos de sus hojas se cierran en medio segundo al recibir los impulsos eléctricos provenientes de sus pelos sensitivos. A pesar de su nombre, esta extraordinaria planta carnívora es capaz de cazar hormigas e incluso saltamontes.
Una de las obsesiones fotográficas de Niemelä es la planta carnívora Drosera, más comúnmente conocida como el Rocío del sol, un apodo que se ganó por las gotas de agua que se llegan a acumular en la planta y que asemeja a lo que sucede en las mañanas con el rocío.
Al respecto, comenta que esta es su primera serie fotográfica en la que captura a esta planta y que sobresale por todo lo brillante y vibrante, así que contrasta con otra de sus series en la que es más apagado.
Sin duda, el fotógrafo logra capturar gran parte de la belleza que nos hace ver cómo es que en ocasiones estos pequeños mundos salen de nuestra atención, pero siempre están ahí presentes a la espera de un ojo imaginativo.
Vía: alternopolis