Un estudio ha comprobado la capacidad que poseen los árboles para predecir futuros escenarios de sequías. Según el CSIC, los anillos del tronco ofrecen información del decaimiento forestal hasta 50 años antes de que ocurra.
La vegetación puede ser una herramienta indispensable para predecir algunos fenómenos extremos, sobre todo aquellos que están relacionados directamente con ellas, como las sequías. En este sentido, un reciente estudio, publicado en la revista Science of the Total Environment y en el que han participado científicos del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), ha observado como la química anual de los anillos de crecimiento de los árboles puede alertar, décadas antes de que aparezcan, los síntomas de decaimiento forestal. Unas conclusiones similares a las obtenidas por científicos de la Universidad de Columbia.
Para poder comprobar los cambios en la composición química, los autores han comparado en un mismo bosque árboles sanos con árboles que presentaban síntomas de decaimiento. En ellos, los científicos se han fijado concretamente en los anillos de crecimiento de los árboles, que pueden ofrecer información de hasta 100 años de antigüedad, así como indicar cambios 50 años antes de que comiencen a manifestarse de forma más visible.
Los árboles con problemas nutricionales a causa de las sequías suelen mostrar una caída brusca del crecimiento, un aumento de la densidad de su madera y, por tanto, una pérdida de conductividad en sus tejidos vasculares“Los árboles con problemas nutricionales a causa de las sequías suelen mostrar una caída brusca del crecimiento, un aumento de la densidad de su madera y, por tanto, una pérdida de conductividad en sus tejidos vasculares”, ha señalado el CSIC.
“Una mayor densidad de la madera implica una menor conductividad hidráulica y por tanto una menor capacidad del árbol para conducir y fijar nutrientes y, por tanto crecer, causando a largo plazo un desequilibrio entre nutrientes, conductividad y crecimiento que desencadena junto a otros factores los procesos de decaimiento forestal”, ha explicado por su parte Julio Camarero, investigador del CSIC del Instituto Pirenaico de Ecología.
Esta institución también ha destacado que este método ha sido aplicado en bosques meridionales con dos de las especies con mayor importancia productiva en Europa, el pino albar (Pinus sylvestris) y el abeto (Abies alba). Según el CSIC, estos dos tipos de árboles han sufrido importantes fenómenos recientes de decaimiento forestal, trastornos que según las previsiones irán en aumento debido a las olas de calor y a las sequías actuales.
Los autores creen que la nueva metodología desarrollada permitirá entender mejor la dinámica de los ciclos biogeoquímicos de los bosques y su interacción con los efectos antropogénicos y climáticos, ya que ayuda a comprender cómo los árboles gestionan los nutrientes a escalas anual y estacional durante décadas o siglos.
Según la investigadora Andrea Hevia, del Centro Tecnológico y Forestal de la Madera (CETEMAS) y de la Universidad de Huelva, que dirige el estudio, estos hallazgos permitirán tomar medidas para tratar de mitigar los efectos del cambio global en las masas forestales o regular estas deficiencias nutricionales.
Por otro lado, este trabajo ha permitido además analizar por primera vez los efectos del cambio climático a escala anual en relación con los ciclos de nutrientes en los bosques y su relación con las propiedades del suelo en los abetales pirenaicos y los bosques de pino albar de las zonas más secas del Sistema Ibérico de Teruel.
“Es fundamental entender la respuesta espacio-temporal de los ciclos biogeoquímicos en los árboles y su evolución frente a eventos extremos pasados, como las sequías, para comprender mejor el papel que desempeñan en los fenómenos de decaimiento forestal , y por tanto, la influencia que pueden tener en el desarrollo de medidas de gestión forestal sostenible adaptadas a los diferentes escenarios futuros de cambio climático”, ha subrayado Raúl Sánchez-Salguero, de la Universidad Pablo de Olavide.
“Este estudio ofrece una visión novedosa y detallada de los patrones y señales de alerta temprana en procesos de decaimiento para dos de las coníferas más importantes de Europa, ya que recoge los potenciales efectos que podrían soportar muchos de los bosques de coníferas de zonas vulnerables en el siglo XXI”, ha añadido.
Vía: elagoradiario