Este es el raro «pájaro de la tormenta». ¿Lo conocías?

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Considerados antiguamente, de forma equivocada, como pájaros de mal agüero, en realidad es una bella y esquiva ave marina relativamente frecuente en el Mediterráneo.

Los días de temporal marítimo son el momento en el que suele acercarse a la costa el paíño europeo (Hydrobates pelagicus): una de nuestras más bellas y delicadas aves marinas.

Poco más grande que un gorrión, se trata de una especie pelágica que pasa la mayor parte de su vida mar adentro, sobrevolando las olas con un constante aleteo de mariposa. Salvo en época de cría: entonces acude a los lugares menos frecuentados del litoral para realizar la puesta en las oquedades más inaccesibles de los islotes y acantilados, a resguardo de los gatos asilvestrados, las ratas y las gaviotas: sus principales predadores.

Muestra un elegante plumaje marrón oscuro, casi negro, como una bola de algodón chocolateado, en el que destaca como un señuelo la ancha franja blanca situada en la base de la cola, muy visible en vuelo.

Ejemplar en una zona de rocas cerca de la costa en Moussa, Escocia
Ejemplar en una zona de rocas cerca de la costa en Moussa, Escocia (WP)

Tanto su nombre en euskera (ekaitz-txori txikia: pequeño pájaro de tormenta) como en catalán (ocell de tempesta: pájaro de tempestad) hacen referencia a esa íntima relación de nuestro protagonista con los temporales de levante, como los que el paso de la potente borrasca Gloria nos ha dejado en el noreste peninsular.

Esquivo y difícil de observar desde tierra firme, se trata de una especie relativamente frecuente en el Mediterráneo, con colonias de cría en el litoral valenciano y balear, así como en todo el Cantábrico. Fue precisamente durante un temporal costero, no tan fuerte como el de estos días, cuando tuve ocasión de observarlo por única vez. Fue en una mañana nublada de primavera, mientras recorría el camino de ronda que recorre parte del cabo de Begur, en uno de los tramos más agrestes de la Costa Brava.

Resguardado de la lluvia bajo el paraguas, observando el batir de las olas contra las rocas, pude distinguir una pareja de estas delicadas aves marinas sobrevolando unos islotes pegados a la costa. Me ayudó a identificarlos ese semáforo blanco que lucen en forma de franja a la altura de su obispillo, que es como los ornitólogos llamamos al dorso bajo del plumaje: allí donde empieza la cola.

Confusión por su presencia

La presencia del paíño se relacionaba con malas noticias en alta mar

En la antigüedad la observación de los paíños estaba relacionada con falsas leyendas que los catalogaban como pájaros de mal agüero, portadores de malas noticias de mar adentro, presagio de naufragios. Se confundían entonces, pues que lo que en verdad anunciaba su presencia en la costa era la llegada de un temporal: una circunstancia ajena a su voluntad que, efectivamente, podía poner en riesgo a la tripulación de los barcos.

Hoy en día en cambio quienes constituimos una amenaza para esta especie y el resto de las aves marinas somos nosotros: los seres humanos. Según un estudio realizado por la organización conservacionista Birdlife International, representada en nuestro país por SEO/Birdlife, más del 90% de las aves marinas de todo el planeta tienen plástico en el interior de sus estómagos como consecuencia de la alta contaminación marina que provocamos con el vertido incontrolado de este material: más de ocho millones de toneladas al año.

Ejemplares de paíño europeo ('Hydrobates pelagicus')
Ejemplares de paíño europeo (‘Hydrobates pelagicus’) (SEO / BirdLife)

De ese modo el pobre pájaro de tormenta, junto a alcatraces, pardelas, petreles, albatros, gaviotas o cormoranes, entre otros inquilinos del mar, comparten el incierto destino al que estamos condenando a todas las formas de vida que pueblan el planeta, muy especialmente a la biodiversidad marina, por los malos hábitos con los que venimos ejerciendo nuestro insostenible e irresponsable modelo de desarrollo.

Vía:  http://La Vanguardia

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