¿Se pueden imaginar ir en una lancha a explorar una gruta?. La luz del sol hace tiempo que ha desaparecido y sólo las linternas brillantes que sobresalen en la oscuridad te permiten ir a ciegas.
Bajo las verdes colinas de Waitomo, yace un laberinto de cuevas, simas y ríos subterráneos. El nombre de la zona proviene de las palabras maoríes «wai» (agua) y «tomo» (hoyo).
Las cuevas se originaron por la presión que ejercieron las corrientes subterráneas sobre la piedra caliza blanda durante miles de años. En muchas de ellas, desde el cielo y el suelo, se asoman impresionantes estalactitas y estalagmitas, puntiagudos conos de rocas estratificadas, formadas por el goteo del agua durante siglos. Las paredes de estas cuevas están decoradas con una galaxia de luciérnagas nativas.
De un momento al otro apagan las linternas y ven miles de puntitos de luz que brotan de las paredes, una visión que recuerda a la de una noche estrellada.
El ambiente surrealista y mágico de este lugar es el efecto de pequeños insectos bioluminiscentes y la luz verde-azulada que generan.
Este extraño fenómeno de la naturaleza tiene lugar en la cueva de las luciérnagas en Waitomo, Nueva Zelanda. Las protagonistas de este martavilloso espectáculo son las Arachnocampa Luminosa, una especie endémica de la zona que brilla en la oscuridad con mucha fuerza.
Esta mágica gruta forma parte de las célebres cuevas de Waitomo que se encuentran en la región sur de Waikato, en la Isla Norte de Nueva Zelanda, a unas dos horas de Auckland.
Vía: buscounviaje Fotografía: Shaun Jeffers