Copos de nieve del fotógrafo Andrew Osokin. Los copos de nieve están compuestos por cristales de hielo. Para su formación, primero debe congelarse una gotita de agua alrededor de alguna partícula suspendida en el interior de la nube (una mota de polvo o polen).
Las estructuras hexagonales no son nada inusuales en el mundo natural. Si colocamos varias bolitas de poliestireno del mismo tamaño sobre la superficie del agua y no demasiado lejos unas de otras, observaremos que se acercan entre sí y se juntan en pequeñas balsas con una disposición hexagonal.
La razón es la tendencia de todo sistema a ceder tanta energía al entorno como sea posible. Las bolas de poliestireno lo logran formando estructuras hexagonales: si cada una se rodea de otras seis esferas, ocuparán la menor extensión de agua posible y minimizarán de este modo la energía superficial.
Un principio de autoorganización similar puede aplicarse a las moléculas de agua. Estas también se unen para adoptar la configuración de menor energía posible, y también en este caso el resultado es una red cristalina con simetría hexagonal como lo son los cristales de hielo que conforman los copos de nieve.
Al congelarse, la gota de agua se convierte en un cristal en forma de prisma hexagonal. Si la temperatura en la nube alcanza los -12 o -13 ºC, las gotas de agua que rodean al cristal se irán condensando sobre su superficie.