Un artículo de la revista Bioscience pone de manifiesto que la perdida de hábitat, el exceso de luz en la noche y el uso de pesticidas han provocado que el número de luciérnagas se haya reducido considerablemente durante los últimos años.
Tener humanos en plantilla le está saliendo caro a la naturaleza, que ha visto como durante los últimos años ha tenido que ir reduciendo el número de luces que tiene encendidas, literalmente, para compensar la factura. En este caso, no se trata de bombillas, sino de luciérnagas, unos seres que han sufrido un importante descenso poblacional como consecuencia de la acción humana.
Así lo destaca un estudio publicado en la revista Bioscience en el que Sara Lewis, profesora de biología en la Universidad de Tufts y autora de la investigación, pone de manifiesto la delicada situación de las más de 2.000 especies de luciérnagas a raíz de las modificaciones en su hábitat, el uso de pesticidas y de la luz artificial que las amenazan.
Para llegar a estas conclusiones, Sara Lewis y su equipo realizaron una macroencuesta a 350 miembros de la Red Internacional de Luciérnagas, cuyos datos no solo sirvieron para ver qué estaba poniendo en peligro a estos insectos, sino para comprender mejor las amenazas.
De este modo, los expertos observaron que la pérdida de hábitat es la amenaza más crítica para la supervivencia de la luciérnaga en la mayoría de las regiones geoográficas.
“Muchas especies de vida silvestre están disminuyendo porque su hábitat se está reduciendo, así que no fue una gran sorpresa que la pérdida de hábitat fuese la mayor amenaza. Algunas luciérnagas son amenazadas especialmente cuando desaparece su hábitat porque necesitan condiciones especiales para completar su ciclo de vida”, explica Sara Lewis.
Es el caso de la luciérnaga de Malasia (Pteroptyx tener) que, durante su fase de larva, suele vivir en los manglares que, durante los últimos años, han sido arrancados para dar paso a las plantaciones de aceite de palma y granjas piscícolas.
En España, la Lampyris ibérica subsiste solo con uno o dos tipos de caracoles, lombrices u otras presas de cuerpo blando que, por su parte, están desapareciendo como consecuencia del abandono de los huertos donde viven se abandonan o por la urbanización.
Tras la pérdida de hábitat, Sara Lewis indica que la contaminación lumínica se considera la segunda amenaza más grave para las luciérnagas debido a que muchas luciérnagas dependen de la bioluminiscencia para encontrar y atraer a sus parejas.
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“Además de alterar los biorritmos naturales, la contaminación lumínica realmente arruina los rituales de apareamiento de las luciérnagas”, informó Avalon Owens, coautor de la investigación.
Las luciérnagas solo viven como adultos unos pocos días. De hecho, las luciérnagas están tan centrados en la reproducción que ni siquiera comen, por lo que sufrir cambios en esta fase puede poner en peligro la supervivencia de las especies.
Por último, los expertos ven al uso generalizado de pesticidas como otra de las grandes amenazas que ponen en riesgo la vida de las luciérnagas.
Los insecticidas como los organofosforados y los neonicotinoides están diseñados para matar las plagas, pero también tienen efectos en los insectos beneficiosos. Si bien se necesita más investigación, la evidencia muestra que muchos insecticidas de uso común son perjudiciales para las luciérnagas, según los investigadores.
A pesar de todo, los investigadores son optimistas sobre el futuro de las luciérnagas: “Aquí, en los Estados Unidos, tenemos la suerte de tener algunas especies robustas como las Photinus pyralis, que pueden sobrevivir prácticamente en cualquier lugar, además de ser muy bellas”, comenta Sara Lewis.
Al mostrar estas amenazas y evaluar el estado de conservación de las especies de luciérnagas en todo el mundo, los investigadores apuntan a preservar las luces mágicas de las luciérnagas para el disfrute de las generaciones futuras.
“Nuestro objetivo es hacer que este conocimiento esté disponible para los gestores de las tierras, agentes políticos y fanáticos de las luciérnagas en todas. Queremos mantener a las luciérnagas iluminando nuestras noches durante mucho, mucho tiempo”, concluye Sonny Wong, de la Sociedad de la Naturaleza de Malasia.
Vía: elagoradiario