Un estudio internacional liderado por la Universidad de Barcelona (UB) ha identificado la primera especie potencialmente invasora que llega a la Antártida por medio de algas marinas a la deriva.
El estudio, publicado en la revista “Scientific Reports”, supone la primera evidencia científica de una especie potencialmente invasora y colonial, el briozo marino Membranipora membranacea, que llega a las islas de latitudes antárticas en macroalgas que flotan a la deriva en el mar, según informa la UB.
La investigación está liderada por la profesora de la Facultad de Biología y del Instituto de Investigación de la Biodiversidad (IRBio), Conxita Àvila, y participan expertos del Instituto de Ciencias del Mar (ICM-CISC), el Servicio Antártico Británico (BAS) y la Universidad de Hull, del Reino Unido.
El turismo, el tránsito marítimo y la investigación científica son algunas de las actividades humanas que han facilitado la dispersión de organismos no autóctonos, como insectos o plantas, en los frágiles ecosistemas terrestres de la Antártida, además de la deriva de algas y plásticos arrastrados por el viento y la corriente marítima.
Las algas que transportan especies procedentes de ecosistemas lejanos, como briozoos, moluscos, anélidos, artrópodos, equinodermos, cnidarios y poríferos, forman bosques submarinos densos que pueden convertirse en un refugio natural para una amplia diversidad de organismos (algas, peces o moluscos).
Primera especie invasora
El descubrimiento pionero del estudio es la identificación de una especie potencialmente invasiva encontrada en algas a la deriva en el litoral antártico: el briozo Membranipora membranacea, un organismo colonial originario del noreste del océano Pacífico.
“Esta especie no se había descrito previamente en ecosistemas oceánicos al sur del frente polar, así que podría tener un gran impacto ecológico sobre la biodiversidad en la Antártida en el futuro”, afirma la investigadora del ICM-CSIC, Blanca Figuerola.El briozo Membranipora membranacea tiene una alta tasa de crecimiento, además de limitar la capacidad de reproducción y crecimiento de las algas y facilitar que se rompan durante temporales, lo que ayuda a la dispersión del briozo.
Además, las colonias se pueden incrustar en otras superficies, como en plásticos o barcos, y las larvas planctónicas pueden ser transportadas a través del agua de lastre de los barcos y resistir durante meses, añade Figuerola.
Con las temperaturas más altas y la aceleración de la pérdida de hielo en todo el planeta, características del calentamiento global, cada vez hay más áreas sensibles, especialmente la península Antártica, a la entrada de especies invasoras.
“La latitud geográfica, la proximidad de regiones terrestres con especies potencialmente invasoras, la orientación de las costas respeto al corriente circumpolar antártico y las condiciones climáticas de la península Antártica son factores que facilitarían la entrada y el éxito colonizador de especies exóticas”, apunta la profesora Ávila.
Los resultados del estudio demuestran que para animales y plantas que han provocado daños ambientales en otros sitios ahora es más fácil poder llegar al continente más remoto y extremo de la Tierra, concluye el experto del BAS, Huw J. Griffiths.
Vía: noticiasambientales