El “año de oscuridad” que asoló el mundo en el siglo VI

Un extraño oscurecimiento en el cielo a partir del año 536 de nuestra era, que se prolongó más de doce meses provocando una ola de frío, hambruna y revueltas, ha sido asociado con el vulcanismo submarino.

Año 536 de nuestra era. En algunas partes de Europa y Asia, el sol solo brilla durante aproximadamente cuatro horas al día, con una luz que se asemeja más a la de la luna que a la del astro rey. La oscuridad dificulta el cultivo de alimentos y la vida normal de los animales. “Naturalmente, la gente pensó que era el fin del mundo” dice la científica Dallas Abbott, de la universidad de Columbia (EEUU), que ha presentado recientemente una posible explicación a este enigmático periodo histórico, conodico como “el año de la oscuridad”: erupciones volcánicas submarinas.

Para presentar esta tesis, Abbot y su colega John Barron del U.S. Geological Survey analizaron un núcleo de hielo de Groenlandia que databa de aquella época, dónde se podían distinguir distintos tipos de sedimentos y microorganismos marinos que fueron transportados a la atmósfera por el vulcanismo submarino. Una vez en el aire, ayudaron a atenuar la luz solar.

Las erupciones submarinas habrían vaporizado el agua de mar, que al ascender transportaba sedimentos cargados de calcio y criaturas marinas microscópicas a la atmósfera, oscureciendo el solEl mundo no terminó entonces, por supuesto, pero este período de intenso oscurecimiento y enfriamiento fue el comienzo de un período más largo de agitación. Los árboles lucharon por crecer del 536 al 555 d.C., lo que sugiere que la atenuación solar fue extensa, y los académicos no saben exactamente por qué.

Se sabe que las erupciones volcánicas arrojan azufre y otras partículas a la atmósfera que pueden bloquear la luz solar. Pero los registros geológicos solo indican grandes erupciones en los años 536 y 541, que no son suficientes para explicar el pico descendente de nueve años en el crecimiento de los árboles. Además, se requeriría mucho azufre y cenizas para oscurecer tanto el cielo, y parte de ese material debería ser visible en las capas de roca y en los núcleos de hielo.

Esta falta de resultados llevó a que Abbott y Barron sospecharan que tal vez los impactos de las rocas espaciales podrían haber arrojado suficiente polvo a la atmósfera para causar la oscuridad de esa época histórica. Pero ahora, después de analizar un núcleo de hielo de Groenlandia, tienen otra teoría.

Especies tropicales en Groenlandia

Los científicos analizaron cuidadosamente las capas de hielo colocadas entre 532 y 542 d.C., midieron la química del agua de deshielo y extrajeron fósiles para estudiarlos con un microscopio. Sorprendentemente, las capas del núcleo de hielo contenían 91 fósiles de especies microscópicas que habrían vivido en aguas cálidas y tropicales.

“Encontramos muchos microfósiles correspondientes a zonas de baja latitud, algo insólito en un núcleo de hielo“, dice Abbott. En comparación, solo pudieron identificar una especie típica de latitudes frías en la mezcla.

El equipo sospecha que estos microorganismos fueron arrojados a la atmósfera por erupciones volcánicas submarinas cerca del Ecuador. En lugar de emitir mucho azufre, estas erupciones submarinas habrían vaporizado el agua de mar, que al ascender transportaba sedimentos cargados de calcio y criaturas marinas microscópicas a la atmósfera. Después de flotar alrededor de la atmósfera por un tiempo, algunas de estas partículas finalmente se habrían asentado en el Ártico.

Las erupciones volcánicas, sobre todo aquellas situadas cerca del Ecuador, pueden afectar a todo el globo. Una vez en la atmósfera, los sedimentos y microorganismos blancos de esta erupción submarina habrían sido muy buenos para reflejar la luz solar de vuelta al espacio y causar un año de oscuridad. También son difíciles de detectar en los registros de sedimentos, lo que explica por qué no se habrían localizado antes.

Todavía existe una pequeña posibilidad de que este “año oscuro” se explique porque hubo meteoritos que podrían haber arrojado al aire los sedimentos y los microfósiles. Pero la química del núcleo de hielo y la falta de polvo cósmico en las capas hace que esta hipótesis sea menos probable. En todo caso, Abbott y su equipo quieren analizar otro núcleo de hielo de Groenlandia para ver si pueden replicar estos sorprendentes resultados.

Vía: elagoradiario

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