Cinco cosas que dependen de los microbios que llevas encima

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Tú no eres tú, sino tu microbiota. Bueno, no tanto, pero sí es cierto que las bacterias que llevamos a cuestas (que son muchas) condicionan más aspectos de los que quizá pensamos.

Por si te sirve de consuelo, nunca estás solo. En todo momento te acompaña un kilogramo de bacterias, la mayoría de ellas colonizando tu estómago e intestino, pertenecientes a un millar de especies diferentes. Y son tantas que juntas suman 3,3 millones de genes, lo que implica que llevas a cuestas 160 veces más ADN bacteriano que propio.

Ante semejantes cifras no es de extrañar que cada vez existan más evidencias de que el microbioma -así se llama- afecte a nuestra esperanza de vida, salud, comportamiento y humor.

Personalidad

Que seas lanzado y decidido o más bien tímido no sólo depende de tu educación, sino también de las bacterias de tu digestivo.

Un reciente estudio canadiense reciente demostró que si a un ratón retraído y asustadizo se le realiza un trasplante de la microbiota de otro roedor se desinhibe y se vuelve más activo y curioso.

Este aparente cambio de personalidad se explica porque algunos microbios intestinales producen neurotransmisores que actúan al nivel del nervioso. En concreto, el trasplante produjo un aumento de la proteína BDNF (siglas de factor neurotrófico derivado del cerebro), que ayuda a ponernos de buen humor y aumenta la motivación.

Alergias

Que algunas personas sufran un shock anafiláctico con solo llevarse a la boca una pizca de picante, un pedazo de piña natural o un puñado de cacahuetes se explica, en gran medida, por su huella bacteriana. Es decir, por los microbios de su digestivo.

Según un estudio reciente de la Universidad de Munich, la flora digestiva y el sistema inmune están estrechamente relacionados -a través de la proteína NOD2, principalmente- y se influyen el uno al otro. La composición de la microbiota determina que se produzcan o no anticuerpos como la inmunoglobulina E, protagonista clave de las reacciones alérgicas.

Crecimiento

¿De pequeño creciste a pasos de gigante? Dale las gracias a tu microbiota.

Trabajando con bebés de 4, 10, 30 y 120 días, investigadores del Instituto Noruego de Salud Pública llegaron a la conclusión de que cuando en el intestino existen microbios de las especies Bacteroides el crecimiento de los neonatos se frena y apenas crecen. Por el contrario, la presencia de la bacteria Escherichia coli un mes después de nacer favorece que los críos ganen peso a un ritmo adecuado.

Obesidad

Una persona obesa no sólo se distingue de otra delgada por su volumen corporal: la composición de su microbiota es radicalmente diferente. Tanto es así que si se trasplanta a un individuo los gérmenes de otro obeso, gana peso y se vuelve también rechoncho.

Los científicos lo atribuyen a que la microbiota regula el modo en que nuestro organismo administra las calorías que consumimos. Dicho de otro modo, las bacterias llevan la batuta en las decisiones acerca de si la grasa ingerida se almacena como blanca -«grasa mala»- formando michelines y cubriendo órganos vitales como el corazón, o si se transforma en grasa parda -«grasa buena»-, lista para quemar y producir energía.

Tristeza

Cuando nos sometemos a excesivo estrés en edades tempranas, la microbiota intestinal se moldea de tal modo que, al crecer, estamos predispuestos a sufrir episodios depresivos.

Es más, la ansiedad y la hiperactividad también podrían estar condicionadas por el tipo de microbios que viven en nuestras tripas. De ahí que los especialistas barajen la posibilidad de tratar los trastornos del estado de ánimo realizando trasplante de heces.

Vía: tecnoxplora

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