El agua del interior profundo de la Tierra, un misterio que crece

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Cuando se desencadena un terremoto, los sismómetros cercanos captan sus vibraciones en forma de ondas sísmicas. Se ha descubierto que las ondas sísmicas son en esencia ciegas frente a una sustancia muy común: el agua.

Además de poner de manifiesto el epicentro de un terremoto, dichas ondas pueden proporcionar a los científicos una forma de cartografiar las estructuras internas de la Tierra, de una manera muy parecida a cómo un escaneo por tomografía computerizada nos da imágenes del interior del cuerpo.

Midiendo la velocidad a la que viajan las ondas sísmicas a diferentes profundidades, los científicos pueden determinar los tipos de rocas y otros materiales que se hallan por debajo de la superficie terrestre. La precisión de tales mapas sísmicos depende de la comprensión de los científicos de cómo afectan los diversos materiales a la velocidad de las ondas sísmicas.

Si lo descubierto en una nueva investigación se confirma, la comunidad científica deberá reinterpretar los mapas sísmicos del interior de la Tierra y habrá que reescribir bastantes libros de texto.

El equipo de Christopher Cline, de la Universidad Nacional Australiana, y Ulrich Faul, del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT), en Cambridge, Estados Unidos, ha descubierto que las ondas sísmicas son en esencia ciegas frente a una sustancia muy común: el agua.

Los resultados del nuevo estudio contradicen la suposición ampliamente aceptada de que la visualización mediante ondas sísmicas permite captar señales de la presencia de agua a mucha profundidad dentro del manto superior de la Tierra.

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Los resultados del nuevo estudio indican que las ondas sísmicas no sirven para detectar el agua del subsuelo profundo. (Imagen: Christine Daniloff/MIT)

Ahora habrá que reinterpretar los mapas sísmicos del subsuelo profundo. Por ejemplo, en lugares como las dorsales mediooceánicas, el magma a gran profundidad bajo el lecho marino surge a través de enormes grietas en este, propagándose desde la dorsal y solidificándose finalmente como nueva porción de corteza oceánica.

El proceso de fusión a decenas de kilómetros bajo la superficie elimina las pequeñas cantidades de agua que sí se encuentran en las rocas a otras profundidades. Los científicos habían creído que las imágenes sísmicas mostraban la transición de «húmedo a seco», correspondiente a la transición desde las placas tectónicas rígidas al manto deformable de debajo. Sin embargo, lo descubierto por el equipo sugiere que la visualización sísmica podría estar captando señales no de agua sino de pequeñas acumulaciones de roca fundida.

La presencia de agua en el subsuelo profundo de la Tierra y su actividad allí estarán ahora más envueltas en el misterio que antes.

Vía: noticiasdelaciencia



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