Esta nube rojiza de gas se llama Abell 24 y está situada en la constelación de Canis Minor (el perro menor). Es un objeto conocido como nebulosa planetaria (una emisión de gas y polvo creada cuando una estrella muere y lanza sus capas exteriores al espacio).
A pesar del nombre, las nebulosas planetarias no tienen nada que ver con planetas. El término fue acuñado por William Herschel, descubridor también del famoso planeta Urano; en un momento de la historia en el que la resolución en astronomía era muy baja, estos objetos nebulosos parecían similares a planetas gigantes nadando en un cosmos oscuro.

Una estrella similar al Sol pasa la mayor parte de su vida convirtiendo hidrógeno en helio en su núcleo. En sus años crepusculares, la estrella se queda sin combustible y se desequilibra; ya no puede resistir el aplastamiento que la gravedad genera hacia su interior y el núcleo empieza a colapsar.

La temperatura del núcleo aumenta drásticamente mientras que las capas externas, más frías, se expanden, haciendo que toda la estrella se transforme en una gigante roja. Cuando el Sol comience a transformarse en gigante roja se expandirá hasta envolver completamente los planetas interiores y, posiblemente, también la Tierra, aumentando su radio actual en ¡más de 250 veces! Entonces, los fuertes vientos expulsarán las capas gaseosas exteriores de la estrella, formando una envoltura de gas que se expandirá por la inmensidad del espacio. Finalmente, la menguante atmósfera de la gigante roja dejará al descubierto el remanente luminoso de su núcleo, que emitirá una fuerte radiación ultravioleta e ionizará el gas circundante. Esta imagen muestra el nebuloso y débil resplandor de una despedida estelar: el brillante remanente de una estrella muerta hace tiempo.

Fuente: eso
Vía: Eluniversohoy